Salimos de Egilsstadir hacia Reykjadlid sobre las 7,30 después
de un sobrio desayuno en el hostel Smárahvammur.
En dos horas la
carretera comienza a ascender hasta llegar a una meseta helada, un enorme
desierto de lava y hierba cubierto de hielo; Bjodgardur, Vatnajökull,
Jökulsárgljúfur son nombres que se leen por aquí.
Jökulsárgljúfur es la parte más septentrional del
Parque Nacional Vatnajökull, con límites separados, pero geográficamente
conectada con el resto del parque por el río glacial Jökulsá á Fjöllum. La fuente del río está en el
glaciar Vatnajökull, cerca del volcán subglacial Bárdarbunga.
Un cañón glaciar de hasta 120 metros de profundidad
atraviesa la zona y es ahí donde podemos visitar las cascada de Detifoss y
Selfoss. La primera es espectacular aunque la segunda no lo es menos aunque una
barrera nos aconseja no pasar hasta ella, consejo que seguimos.
Dejamos Detifoss sobre las 11 hacia Reyhalid y a eso
de las 12 llegamos a Krafla una zona geotérmica donde podemos ver la estación
geotérmica de Kröflustöd al lado del cráter Viti. Todo está lleno de volcanes y
de lo que arrojan, incluso vapor. Nos da la impresión de andar por encima de
una gran caldera a punto de reventar de un momento a otro.
Namafjall, Jardbödin, Dimmuborgir, Skútustadagigar,
nombres extraños en una lengua extraña con paisajes de postal y curiosidades
dignas de conocer como piscinas de agua caliente al aire libre, cavernas y formaciones
de lava, cráteres más pequeños llamados pseudocráteres, formados por erupciones
al contacto del agua fría con el magma.
El viaje de hoy, siempre a merced de que el coche
responda como debe ser ya que una avería en medio de ese campo helado hubiese
sido realmente problemática.
Gente amable, como siempre, nos recibe a eso de la cuatro
en el Vogar Travel service, un hostel al lado del lago Myvatn y la ciudad de
Reyhalid.
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